Me preguntan en plena reunión vecinal que qué significa para mí la navidad y yo respondo "que es la oportunidad que tenemos para ser mejores personas, para corregirnos, para pulir defectos hasta devanecerlos..". Fácil es hablar (pienso para mis adentros) por eso me propongo un gesto que me de esa oportunidad y desarrollar el propósito de enmienda. Aquí va:
En esta navidad, redescubro a mi
hijo Sebastian situándome en el epicentro de sus afectos y esperanzas, intentando
ser aquel que le hizo falta en sus sueños de soledad. Por ello, me esfuerzo por intuir sus espectativas,
intento comprender el intrincado modo en que funciona su esencia y me veo obligado diariamente a barajar
opciones a fin de elegir la mejor y más útil en la construcción de su
futuro. Nicolás resulta aún un limbo de esperanzas.
La incertidumbre de hacer lo mejor por él la dejo como todos los papás el mundo al destino y al esfuerzo con el que él mismo abrirá sus caminos. Si, lo confirmo, es mi oportunidad para comprometerme en este sendero y hacer de esta una oportunidad de éxito para ambos.
Trabajé tanto que el cansancio me secó las ganas por lograr mis sueños, por eso creo que avancé un poco menos que en otros años. Mi corazón se endureció aturdido y por eso el "sentir" dejó de ser una certeza (como antes) convirtiéndose ahora en una sensación lejana. Debo reconocer que el torbellino vivido este último año enredó mis mejores intenciones con mis torpes contradicciones. Sin pensarlo mucho cedí a una intolerencia garrafal que ahora -luego de ver las consecuencias- duelen. Una pena, pues los cristales cuando se rompen resultan difíciles de unir.
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Me di cuenta que dejé una parte mía postergada y por eso voy desesperado a mi encuentro para volver a disfrutar, buscar la fuente de mi inspiración y así recordar con la emoción de los años mejores cómo fue que avancé en lo mío.
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Confié y esto siempre me ha traido grandes satisfacciones. Sin embargo, este año viví una experiencia muy decepcionante (de tamaño continental) que me tuvo preocupadísimo durante semanas pues estaba de por medio el nombre de personas y amigos. El asunto se resolvió pero esta circunstancia abrió heridas en varios que sólo el tiempo se encargará de sanar y por ello los sueños tendrán que esperar un buen tiempo. Cuando tenga una iniciativa consideraré que muchos esperan que resuelva todo y que sólo algunos me apoyarán en los momentos difíciles.
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He conocido a más personas y grupos ...y he desarrollado talleres interesantísimos, en eso me fue bien y me siento reconocido. Pero, ¡falta más! Hay que ser mejor, hay que procurar hacer que las cambios sean sostenibles en los grupos humanos y dejar en la memoria de mis instituciones-clientes la sensación de calidad corporativa más que habilidad. Este año trabajaré en la calidad en el servicio de las y los facilitadores peruanos.
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Ser pareja de Miriam es todo un honor, nuestro amor hace que me sienta un ser humano completo. Lleno de cariño, amistad, diálogo, solidaridad y apoyo. Como siempre digo me siento súper a su lado. Gracias amor, otro año lleno de afectos, reconocimientos y solidaridad. Ella, como siempre, me ayudó a ser mejor.
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Me queda el miedo de publicar este escrito tan testimonial, pero me atrevo a hacerlo pues como siempre digo: vivir con miedo es no vivir.
¡Feliz Navidad!
Hans Gutiérrez
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