sábado, 23 de febrero de 2019

Rompiendo un HÁBITO y una CREENCIA

Por Hans Gutiérrez 

Estamos a muy poco de romper una HÁBITO y una CREENCIA!.

El día de ayer, el Ministro de Educación ha dicho que la falda no es de uso obligatorio en las escolares peruanas. Que no existe una norma que sustente el uso de esa prenda.

Por tanto, el alumnado peruano, tiene el derecho de usar o no el “uniforme único”. La tan incisiva y vertical norma nunca existió y solo la fuerza de la costumbre (hábito) mantuvo vigente su uso.

El uniforme único escolar reemplazó en la década del 70 a otro uniforme peor: el uniforme militar.  El “uniforme único” fue legado del Gobierno Militar de Velazco Alvarado y se adjudica el diseño del mismo a la recordada Mocha Graña.

Eran otras épocas. El paradigma subyacente que inspiró estas acciones (hasta hoy) es este: “Los escolares deben ser controlados (con disciplina militar) para garantizar su buena formación”. Ergo, deben responder a una jerarquía de mando, de modelo vertical, con comportamiento uniforme y disciplinado (sin dudas ni murmuraciones). 

Claro, ahora, amiga/o lector entiendes el porqué de los desfiles escolares, las escoltas, las formaciones en el patio, los instructores militares en cada colegio. Los castigos con ejercicios físicos o con golpes. Ahora entiendes.

Obvio, no había lúdica, ni disfrute en el aula. Solo silencios sordos y sumisos acatos. Entenderás también nuestra mansedumbre como generación.

La formación tipo “tropa” instalada en cada colegio se convirtió en un hecho tan natural como el “buenos días” matutino. Romper con esta costumbre solo ocurrirá si rompemos oficialmente con el paradigma. 

Entones, para resumir y dejar las cosas bien claro, el proceso es el siguiente: 

1ro. romper con el hábito y tradición: “...en mis tiempos usamos falda, no veo porqué dejarla ...”

2do. Romper con la creencia: “...el uso el uniforme escolar asegura orden...” 

3ro. Romper el paradigma: “...el control (disciplina militar) garantiza una buena formación.

Gracias al congresista Alberto De Belaúnde, que impulsa este cambio, bien recibido por la ciudadanía, estamos a punto de romper con un hábito y se ha puesto en “tela de juicio” una creencia. 

El cambio está cerca y dependerá de nosotros saber si somos capaces de dar este salto, por lo pronto el gobierno dejó caer la venda de nuestros ojos: “nada obliga a usarlos”. Sólo nos inducen los lejanos ecos mandones, de militares que creían hacer lo mejor por nuestro país, gobernando con “mano dura”

Los tiempos cambian y la gente también.

Abrazos

Hans Gutiérrez