martes, 22 de marzo de 2022

¿Cómo podemos acompañar a personas víctimas de violencia a gestionar sus emociones?


Por: Cone Aitken *

La situaciones de maltrato y violencia, tanto física como psicológica, generan en las victimas, la división y poca gestión o reconocimiento de sus capacidades emocionales. Igualmente, muchas veces existe justamente una dependencia emocional, que las hace más proclives a desconocer sus propios procesos pues se encuentran inmersos en dinámicas de maltrato que las hacen desconocer lo que les está ocurriendo.

Es importante por lo mismo, recalcar en cómo ustedes, como acompañantes terapéuticos, pueden estar en un espacio y posibilidad de gestión, más no control de las emociones. Esto, ya que cuando viene el estímulo emotogénico, no puedo decidir qué emoción voy a tener: primero reacciona el cuerpo, que luego manda una señal a nuestro cerebro, a la zona de la amígdala cerebral, la cual procesa esa información y tiene “conciencia” de que está experimentando determinadas emoción. Posterior a eso, es que sé cual emoción estoy viviendo, la puedo descifrar y nombrar. 

Sin embargo, lo que si puedo tener manejo es que, detectado en el cuerpo las características físicas que presenta esa emoción (cómo estoy respirando, cómo está mi postura, mi gesto, etc.) puedo decidir conscientemente y a voluntad cambiar mi componente somático y transitar a otra emoción.  Muchas veces, las personas maltratadas tienen el miedo como emoción base. Es importante entonces detenernos a analizar esta emoción para poder ver su utilidad, y luego, ver cómo podemos acompañar a las personas a que vayan transitándola hacia espacios de mayor auto compasión que permitan también conectar con la ternura y la mirada amorosa hacia ellos mismos.

El miedo es una respuesta natural ante el peligro advirtiéndonos de riesgos que podamos tener nosotros o nuestros seres queridos. Puede ser de 2 tipos “el miedo activo, que prepara al organismo para la huida y el miedo pasivo que se caracteriza por una reacción de total inmovilidad del cuerpo que permanece como paralizado” (Bloch, 2006). Es por eso que cuando experimentamos miedo, ya sea activo o pasivo, podemos intentar pasar desapercibidos, sin embargo, el cuerpo habla. Respiramos de forma casi detenida, con episodios muy breves, seguido de exhalaciones pasivas incompletas y a veces por una fase espiratoria como un suspiro. El  tono muscular aumenta, con una tendencia a quedar inmovilizado o a irse hacia atrás y podemos sentir que perdemos gravedad. La boca está abierta y tensa, las cejas se levantan y los ojos se abren y dilatan, lo cual es una respuesta adaptativa para poder aumentar nuestro campo visual y facilitar la entrada de luz, teniendo una visión más panorámica de lo que está sucediendo. El corazón bombea sangre velozmente y aumenta la presión arterial. La sangre fluye a las extremidades inferiores para poder arrancar, hay sudoración, taquicardia, temblores.

Si escuchamos a nuestro cuerpo cuando tiene miedo, lo más probable es que aprendamos a distinguir muchas de las características antes mencionadas. Sin embargo, en una situación de violencia, ya sea de tipo física o psicológica, muchas veces las personas tienden a paralizarse, justamente por sentirse embargadas de esta emoción a niveles paralizantes (transformado en angustia, en ansiedad).

De acuerdo a lo anterior, es importante que las personas que acompañan a víctimas, puedan, primero, reconocer y gestionar su emociones en ellos mismos, para luego, acompañar de una forma respetuosa a quienes están pasando por un momento difícil.

*Resulta importante, en estos casos, poder acompañarlas con estrategias concretas de regulación emocional como el Step Out (respiración abdominal que nos permite entrar en un estado de neutralidad emocional), que les permitiría entrar en una mayor conciencia emocional.

*Posterior a esto, poder acompañarles a transitar hacia espacios emocionales más relacionados con la ternura, para que puedan tener esa mirada compasiva de ellos mismos y que sean capaces de sentir justamente que merecen un trato más cariñoso, tierno y compasivo.

*Finalmente, habilitar la emoción de la rabia para que puedan establecer límites y denunciar, acompañarse y poner fin a estas dinámicas de maltrato.

Claramente, estas estrategias entregadas, son sólo un complemento desde la corporalidad para una situación en la cual hay que acompañar con terapia, con espacios de reflexión y con la certeza de que debe haber un proceso complementario que les permitan sentirse nuevamente dignos de tener buen trato y con la capacidad de establecer vínculos sanos consigo mismos y con su entorno.




*Cone Aitken Saavedra

Actriz, Educadora diferencial mención problemas de audición y lenguaje (UMCE), Diplomada en pedagogía teatral (PUC) y en Educación Emocional (FLICH).Postitulada en Coordinación en Psicodrama (CEP), Actriz y coordinadora en teatro espontáneo y teatro Playback  (Colectivo Alas). Máster en Alba Emoting™ y directora del Programa de certificación en el Método. Co fundadora de Emotion Liderazgo. Co Fundadora del podcast Maternidades (Im) perfectas. Cuenta con más de 15 años de experiencia docente en educación emocional en diversas universidades, colegios e instituciones



jueves, 3 de marzo de 2022

¿QUÉ ES SOCIOCRACIA?

 

Amanda Rosa-Medina  Mentora y Facilitadora de Sociocracia
Amanda Rosa-Medina (2)

Olivier Gesbert (1)


Sociocracia es un modo de toma de decisiones y un método de gobernanza, que permite a cualquier organización, sin importar su tamaño desde una familia hasta un país, de comportarse como un organismo vivo capaz de autoorganizarse. 

Sociocracia permite dar pasos y buscar soluciones de forma colectiva desde un lugar no autoritario. El objetivo más importante es el de desarrollar la co-participación y co-responsabilidad de las personas involucradas, descentralizando el poder y poniéndolo al servicio de la inteligencia colectiva para el éxito de la organización.

Inteligencia colectiva

En nuestra experiencia en la facilitación en rondas que propone la Sociocracia, vivimos la importancia de escuchar todas las voces de manera equitativa, esto ayuda a regular el tiempo de palabra y a ganar información en las voces más introvertidas que otras formas, como los debates, no permiten.

Después de escuchar las ideas/experiencias de las otras personas, podemos tener acceso a otras visiones del mundo y no solo a nuestra manera de ver las cosas… ¡ganamos muchísima información y podemos tomar decisiones colaborativas en inteligencia colectiva para llegar juntos cada vez más lejos y mejor!



Parte 02


Parte 03


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Autores del artículo:

(1) Olivier Gesbert. Docente DH Escuela (Facilitadores 360º). Coach y Facilitador para organizaciones colaborativas.

(2) Amanda Rosa-MedinaDocente DH Escuela (Facilitadores 360º). Mentora y Facilitadora de Sociocracia.

Importancia de la Terapia Cognitivo-Conductual para el tratamiento de las personas que viven violencia familiar

Por: Percy Grandez Pastor
Dr. Percy Grandez Pastor (1)








Según la OPS-OMS (García-Moreno et al., 2005), la violencia en la familia es la agresión física, psicológica o sexual cometida por el esposo o conviviente, abuelos, padres, hijos, hermanos, parientes civiles u otros familiares. También, comprende a los tutores o encargados de la custodia.

 

A nivel del Perú, en enero del presente año, se advirtieron 18 feminicidios, 6 tentativas de feminicidio y 8 muertes violentas, que aún vienen investigándose de acuerdo con el protocolo del Ministerio Público. También, se tomó conocimiento que 141 mujeres adultas fueron reportadas como desaparecidas, Durante el primer mes del presente año 443 niñas/os y adolescentes fueron reportadas/os como desaparecidas/os. De esta cifra, 378 eran niñas y adolescentes mujeres, es decir, un 85 % del total, lo cual reafirma la mayor vulnerabilidad por el nivel de desarrollo y madurez en que se encuentran, así como el factor de género de las víctimas.

Se debe mencionar que la atención física, social y psicológica, implica una intervención interdisciplinaria, sin embargo, el mayor porcentaje de estas mujeres que sufren violencia de género están relacionadas a violencia psicológica, y es aquí donde estas mujeres presentan una serie de trastornos en su comportamiento, pasando por cuadros de depresión, ansiedad, estrés post traumático, consumo de drogas, trastornos originados por el estrés, trastornos psicosomáticos, inclusive llegando al suicidio o su intento, lo que exige una intervención rápida y oportuna por parte de los y las profesionales de la salud mental, para ayudar a reducir el impacto que esta violencia genera en las víctimas.


Es en este contexto, donde la terapia cognitivo conductual a lo largo de los años ha demostrado ofrecer mejores resultados basados en evidencia científica, ya que su intervención está orientada a:

  • Reducir las respuestas fisiológicas del estrés
  • Ayudar en la reestructuración de pensamientos negativos o creencias que podrían mantener la relación disfuncional con su agresor
  • Ayudar en el desarrollo de habilidades sociales y conductuales orientadas a mejorar la calidad de vida de las personas (especialmente mujeres) víctimas de violencia.
  • Lograr su independencia (sobre todo económica), y 
  • Promover su empoderamiento.


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Autor del artículo:

(1) Percy Grandez Pastor. Docente DH Escuela. Programa de Acompañantes Terapéuticos (PAT) Psicólogo y psicoterapeuta.