lunes, 4 de abril de 2011

TAXI NINJA.


Por: Hans Gutiérrez

Tarde limeña, sol insoportable y una travesía que nos acerca a la temida "hora punta". Embarcados en un taxi acompaño al mexicano Víctor Enríquez y su esposa a nuestra Plaza de Armas. Nos dirigimos al centro de Lima, justo a la espalda del Palacio de Gobierno.

El taxista nos lleva por la Av. Alfonso Ugarte y voltea por el Jr. Cañete. Sobrevivimos a esta calle al bordear milimétricamente decenas de autos, avanzando con gran atrevimiento y oportunismo tras el paso inesperado de un orate pidiendo limosna a otros choferes, en medio de una lluvia de bocinazos y mentadas de madre de otros que apenas pueden salir del atolladero.

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Yo, como copiloto, acostumbrado a estas lides leía el periódico despreocupadamente hasta escuchar el tono inconfundiblemente azteca de Víctor que desde atrás me dice "...oye Hans, ¡los taxistas peruanos son unos ninjas!, son unos súper ninjas del volante!.."

Sorprendido, volteo y le pregunto porqué y él me responde extasiado que sintió que al taxi saltar, que incluso se hizo angosto para avanzar por espacios increíbles e inclusive aprovecho lo insospechado. Aceleró o se hizo lento cuando más convenía. Acrobáticamente amagó y se soltó del acoso tan inesperadamente que en pocos metros desatoró un nudo de acero y llantas inconmovible. "Son los super ninjas del volante, son los súper ninjas de latinoamérica", me reiteró.

Yo sonrío y afirmo con un movimiento de cabeza sus aseveraciones. Si pues, como me dijo alguna vez un taxista neoyorquino: "los taxistas peruanos son quizá los mejores del mundo" y pienso, para mis adentros: Claro con esas calles angostas y antiguas, sin señalizaciones claras, con peatones y clientes informalísimos y a veces suicidas, con el apremio del dinero por ganar y el calor veraniego que hace del auto un sauna. Lo único que queda es acoplarse a las circunstancias, a esta realidad y a los elementos para ser y hacer lo mejor en estas condiciones.

Han pasado meses de aquella oportunidad y mientras hablaba de la facilitación latinoamericana, en un café, con Amparito Huamán descubro que el ejemplo del "taxista ninja" se asemeja al de los facilitadores peruanos: profesionales que enfrentan clientes a veces informalísimos y emotivos, eventos con señalizaciones no muy claras ni las condiciones mínimas para transitar (lugares poco apropiados, etc) y con condicionantes del público beneficiario, que muchas veces dejan un angosto espacio para desarrollar el gran resultado esperado. Para terminar al final aplaudidos y vitoreados.

Ciertamente, los taxistas cumplen bien y nos llevan sanos y salvos al lugar acordado tras un trayecto complicado y a veces inesperado, valiéndose de los elementos que nos rodean y la idiosincracia de los peatones. Los facilitadores peruanos hacemos lo mismo, hacemos las cosas bien, cumplimos con nuestros objetivos y nos valemos del manejo inteligente de los elementos y circunstancias, volviéndolas a nuestro favor...¡Somos muy buenos!

Quizá lo que nos falta es creer en nosotros mismos y en lo que valemos. Cuando llegue ese momento en el que reconozcamos que aquello que se nos achaca de inapropiado es parte de lo mejor nuestro, cuando descubramos que nuestra realidad es única y que nuestra forma latina de pensar es producto de la influencia de nuestros elementos y circunstancias sabremos que somos tan irremediablemente buenos y útiles que seremos capaces de hacer frente exitosamente a las más difíciles circunstancias.

Se viene la I CONVENCIÓN LATINOAMERICANA DE FACILTADORES (29, 30 y 31 de octubre 2011) y por fin los facilitadores de habla hispana de latinomérica nos sentaremos juntos a ver lo mejor de nosotros mismos. Juntos delinearemos aquellas características que nos unen y nos identifican, aquellas que hacen de nuestra región un lugar único e incontrastable. Una gran oportunidad para aprender y creer.

 
Un abrazo


Hans Gutiérrez
moderador
DH FACILITADORES


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