Otra vez Lima. Apenas bajé del avión el olor de la ciudad me hizo recordar la voz de mi suegra que decía, con convicción, que todos los que llegan de la capital huelen a húmedad. Si pues, Lima -la del cielo de "panza de burro"- tiene eso y muchas cosas más.
Quedan lindos recuerdos, reflexiones y anécdotas tras este viaje a distritos, comunidades y anexos de Abancay y Andahuaylas. Especialmente, algunas respuestas a muchas interrogantes del porqué del Perú profundo; el porqué de sus reticencias, de su lejanía, de sus renuncias... de su desconexión con el mundo.
La falta de internet y llamadas a celulares son sólo el "pico" (parafraseando la idea de la punta del iceberg) de los apus, hay algo que también les aleja de nuestro mundo... la forma en que le enfrentan, en que lo viven, la forma en que entienden su propia convivencia. Dos mundos. el andino y el citadino aún enfrentados y polarizados. ¿Acaso, será necesario acercanos al suyo, comprenderlo y conciliarle, en vez de arrastrarlo al nuestro?.
Les escucho hablar con dificultad el español, con esa cadencia extraña, insegura y a veces jocosa de la que nos burlamos a veces los limeños y descubro asombrado que al comunicarse en su idioma "quechua" se enseñorean, se hacen diestros, creativísimos y llenos de picardía. Hasta parecen otros... entiendo, en esta parte -claramente- nuestra intromisión.
Nuestros ojos acostumbrados al gris limeño no están preparados para la dimensión del todo andino, que incluye a ese amable sol que alumbra y calienta pero que no abochorna. A esa sombra serrana que enfría y entumece, tan diferente a la sombra limeña que nos protege.
Los retos del futuro son grandes, colosales si es que queremos seguir construyendo patria. El próximo gobierno debe entender que las dádivas, que se vuelven perniciosas -no hacen crecer- perpetúan un tonto afán oportunista y encasillan a aquellos que "extienden la mano", en el egoismo infraterno y conflictivo que corroe a nuestro Perú.
Quedan el reencuentro con mis raices. En mi retina los bellos y majestuosos paisajes serranos, también los gestos espontáneos y las nuevas amistades. Los aprendizajes y especialmente mis grandes limitaciones.
Amanezco otra vez en mi cama (la que tanto extrañaba) y descubro que estoy agripado, picoteado por mis amigos los zancudos pero feliz por lo vivido.
Un abrazo... y de nuevo al trabajo. ¡¡¡SE VIENE LA CONLAF!!!
Hans Gutiérrez
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