jueves, 10 de abril de 2008

¡¡MAGIA Y FACILITACIÓN!!

Hola amigos y amigas:

Muchos de ustedes saben el interés que tengo por la magia. Los magos o ilusionistas de estas últimas décadas hacen trucos tan impresionantes que a uno le dejan pensando. Su ejecución o acto resulta a veces tan ilógico, tan inverosímil, tan sobrenatural que irremediablemente uno piensa que existen fuerzas invisibles que han pactado con el mago para sorprendernos.

Quizás esta costumbre arcaica de atribuir un "poder divino o demoníaco" al que es capaz de hacer cosas fuera de lo común, contribuyó en la forja de personas con poder, influencia y seguidores. mientras más mágico sea más le atribuiremos características mesiánicas y por tanto creeremos más en él. Vea a Alan García en la foto con una paloma blanca sobre su cabeza (¿truco, mágica o divinidad?)
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Aún hoy, cuando esperamos angustiados la ocurrencia de algún "imposible salvador" recurrimos al pensamiento mágico: Dios. Por eso en la iglesia encontramos a decenas de pedigüeños esperando algún milagro. Confiamos en dios, le tenemos fe y le creemos. El mismo principio (aunque del lado negativo) guía a aquellos que buscan hechiceros, brujos, chamanes, etc.
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Cuándo un facilitador se encuentra frente a un auditorio, lo primero que se plantea es la posibilidad de lograr, de este público, la credibilidad necesaria para desarrollar su trabajo. Esa confianza en que descanzan las mentes cuando finalmente deciden escuchar y entender al expositor. Necesitamos que ellos crean en lo que contamos o reflexionamos.
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Lograr la credibilidad y confianza del auditorio no es tarea sencilla, requiere en principio la autoconfianza del propio facilitador(a). El no tenerla o carecer de la misma puede crear sentimientos contraproducentes en el auditorio. Póngase en el lugar de un participante que no cree o no confía en el expositor de turno, qué haría usted: ¿le escucharía? ¿se concentraría en sus argumentos, en sus discursos? ¿se aburriría?, ¿se retiraría del recinto? ¿qué hace usted cuando no cree en el facilitador?

La función de lograr transmitir información, lograr reflexión, la posibilidad de crear sinergias con el público abortaría ante la ausencia de confianza, la credibilidad necesaria en el ponente. Por eso creo que de algún modo los facilitadores(as) deben hacer un poco de magia cuando trabajamos. Para ello sugiero lo siguiente:


  • Cultivar nuestra autoconfianza y dominio de escena (desterrar el miedo al público). Algo que no todos pueden hacer.

  • Desarrollar temarios nuevos con información fresca para sorprender y beneficiar a nuestro autorio. La información es la "magia" de nuestro tiempo.

  • Debemos fortalecer habilidades que nos permitan visualizarnos como personas fuera de lo común. En esta instancia está la autenticidad y coherencia entre lo que decimos y hacemos, el dominio de las herramientas tecnológicas y metodológicas así como el conocimiento del tema a tratar. (más magia)

Durante la 1º CONVENCIÓN DE FACILITADORES DEL PERÚ trabajaremos estos y muchos temas más. Estimados facilitadores(as), los esperamos: www.dh-facilitadores.org

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A propósito de magia, les presento un video del famoso David Copperfield, por demás increíble y sorprendente. Véanlo.


Un abrazo

Hans Gutiérrez
moderador
DH FACILITADORES

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