Mujer Moderna
Si quieres ser un hombre y sus ventajas tener,
compórtate como él.
La mujer actual quiere ser un hombre pero también
pretende ser una mujer; y esa dualidad es el mayor problema que agrava aún más
la confusión de roles.
En estos momentos las mujeres no se conforman con aceptar lo que
les corresponde, o sea los mismos derechos del hombre, después de siglos de
sometimiento lo quieren todo.
En la post modernidad el rol de la mujer maravilla, madre, esposa,
profesional, miembro del consejo de administración del consorcio, maestra
particular de los hijos, administradora, ama de llaves y cocinera, se ha
desdibujado gracias al desgaste sufrido durante muchos años de ejercicio, sin
ningún reconocimiento ni retribución.
Las mujeres de hoy no quieren ser como sus madres, que hacían del
hogar un apostolado permitiendo que sus maridos creyeran que eran ellos los que
tomaban las decisiones y aceptando un papel secundario postergando
indefinidamente sus propias ambiciones.
Hoy en día, posponen el matrimonio para más adelante, hasta casi
perder la posibilidad natural de ser madres y aunque tengan después que
someterse a tratamientos difíciles para quedar embarazadas. Quieren hacer
carreras en sus empleos a la par del hombre, disfrutan de libertad sexual,
gracias a los métodos modernos de control de la natalidad; de independencia
económica, poder de decisión, etc.; y cada día hay más mujeres que prefieren no
casarse ni tener una familia, dedicándose enteramente a sus profesiones.
Las mujeres históricamente han sufrido muchos siglos de
sometimiento, de abusos, de salir siempre perdiendo en el reparto, y la
experiencia demuestra que cuando los hechos se revierten las consecuencias
pueden ser extremas.
La mujer de hoy se comporta agresivamente y pretende tomar la
iniciativa en lo que se refiere a una relación de pareja. Desarrolla sus
bíceps, adquiere masa muscular y luego quiere seducir a un hombre; pero se da
cuenta que ya no hay más hombres como los de antes, sino que ellos también han
cambiado, aunque, si hubiera aún alguno, no serían precisamente esas mujeres
sus ideales.
No es improbable que sea por eso que los hombres son ahora
diferentes y en el momento de elegir pareja muchos prefieran a otro hombre. Se
sienten más cómodos, no son demandantes, tienen mayor afinidad, comparten
intereses comunes, les resulta más fácil el acercamiento y no quedan
embarazados. Y si es que todavía queda alguno que le interese una mujer no está
dispuesto a asumir compromisos.
Con todo, la modernidad no ha podido desplazar la añoranza de la
mayoría de las mujeres de tener su propio hogar. En el inconsciente colectivo
de cada mujer todavía existe esa aspiración que no concuerda con los
comportamientos que demuestra ni con el estilo de vida que quiere mantener.
En el hogar no todas son rosas pero tampoco lo son en el loft de
una solitaria mujer independiente que cree haber conseguido una mejor calidad
de vida.
Debajo de esa fachada de autosuficiencia se oculta una persona
temerosa, que quiere tener todo bajo control para sacar el mejor provecho de la
vida, ser valorada, obtener reconocimiento, demostrar sus aptitudes, su
inteligencia y su capacidad de perfección, pero que se equivoca al pensar que
con eso ha conseguido todo.
Avanza por la vida orgullosa del éxito que ha ganado después de
una difícil competencia y hasta de haber renunciado a su destino femenino, con
la inconfesable e íntima satisfacción, de haber superado a un hombre.
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