Imagina que te empeñas en triunfar en un trabajo que implica hacer una serie de tareas que no se te dan nada bien. Probablemente vayas de cabeza hacia el más rotundo fracaso. Y ahora imagina todo lo contrario: que has elegido una profesión que implica hacer aquello que sabes hacer mejor que la mayoría de la gente. Sin duda, tendrás más probabilidades de triunfar y disfrutarás más con ese trabajo.
En realidad, es algo muy simple, lógico e intuitivo, y todos sabemos que es cierto, pero, desgraciadamente no siempre conducimos nuestras vidas teniendo esto en mente, y acabamos intentando hacer cosas para las que tenemos pocas aptitudes, empeñándonos, con cabezonería inquebrantable, en que lo haremos a la perfección algún día.
No obstante, es poco habitual que una persona logre hacer bien cualquier cosa que se proponga. Lo más normal es que haya cosas que sabes hacer muy bien y cosas que no haces tan bien, o incluso se te dan fatal.
¿No sería preferible saber en qué somos buenos
y centrarnos en hacer más de eso?
Y lo mejor de todo es que, por lo general, aquellas cosas que se te dan bien, también suelen ser las que más te gustan.
Sin embargo, si observamos las vidas de las personas y las cosas que hacen a lo largo del día, vemos que muchos de ellos pasan demasiado tiempo esforzándose en hacer cosas que ni les gustan, ni se les dan bien, ni son productivas.
Supongamos ahora que te propones hacer un pequeño experimento con tu vida. Para empezar, haces una lista de todo aquello que se te da bien (ya sea relacionarte con la gente, escribir, dirigir equipos, buscar soluciones, analizar datos, dibujar, etc.). Piensa también en los éxitos que has tenido en tu vida (pues son un buen ejemplo de algo que se te da bien de manera realista y objetiva). Es muy probable que todo o casi todo lo que has escrito en tu lista sea algo que te gusta hacer. Si no es así, táchalo de tu lista.
Si logras tener un trabajo que implique hacer una o varias de las cosas que has anotado en tu lista, no solo serás más feliz, sino que tendrás mucho más éxito y todo lo que hagas será mucho más productivo.
Además de dedicarte a hacer lo que se te da bien y en lo que tienes éxito (es decir, es productivo), imagina que también dejas de hacer todo aquello en lo que no eres productivo. El resultado es que trabajarás mucho menos pero tendrás mucho más éxito, porque te estarás centrando en lo que de verdad importa, en vez de perder la mayor parte de tu tiempo haciendo cosas que te aportan muy poco.
No es necesario que seas un genio en algo. Sólo se trata de conocer qué sabes hacer bien, aquello en lo que tienes éxito, y convertirlo en tu profesión o fuente de ingresos. La lógica es simple: si algo que haces es productivo, hazlo más a menudo. Si haces algo en lo que tienes éxito, hazlo con más frecuencia. Si, por ejemplo, tienes un negocio y solo unos pocos productos te están aportando la mayoría de tus ingresos, céntrate en ellos y líbrate de los demás. Otro ejemplo: supongamos que trabajas para una empresa. No te gusta ese trabajo y está mal pagado, pero hay un par de aspectos de dicho trabajo que te gustan y se te dan muy bien. Imaginemos que lo que se te da bien y con lo que disfrutas es con esos escasos momentos en los que tienes que tratar con gente para negociar y que obtienes buenos resultados al hacerlo. Si decides centrarte en un trabajo que implique precisamente hacer eso la mayor parte del tiempo, tendrás un gran éxito en tu trabajo.
Para ganar en el deporte, por ejemplo, tienes que escoger uno que se te dé bien y el mejor equipo. Perdemos muchas "carreras" porque competimos en carreras inadecuadas (las que otros eligen por nosotros o las que elegimos mal). Las personas que logran más cosas o tienen más éxito en sus vidas son selectivas. En vez de esforzarte un término medio en hacer demasiadas cosas que ni te gustan ni se te dan bien, debes elegir unas pocas cosas en las que seas competente y esforzarte al máximo en ellas.
Hacer algo así puede suponer un cambio radical en tu vida.
Y, por supuesto, para mejor.
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